19/3/16

Josep Mª Ballarín, sacerdote y escritor

Los curas del colegio decían siempre que, cuando los mayores hablaban, los niños callaban. Eso no lo dirían hoy en día, el ejemplo de Josep Mª Ballarín las destrozaría la norma. Sacerdote, escritor, colaborador en prensa, radio y televisión, conferenciante y polemista, Ballarín era un sabio de pueblo que nunca se callaba nada; fuera para bien o para mal, para ensalzar a la virgen o para criticar la curia eclesiástica. Y la gente normal, esa a quien de pequeña el hermano o la monja los habían hecho callar sin argumento alguno y que se han ido alejando de la iglesia, lo veneraban como a un santo. Pero Ballarín era un ser humano, y muy humano, que nació en 1920 en Barcelona y falleció el viernes en Berga a los 96 años.
Ballarin se hizo popularísimo gracias a su novela Mossèn Tronxo (1989), donde relataba la vida y reflexiones de un cura de pueblo. Siendo una novela muy correcta y escrita en un catalán brillante y rico, la popularidad de la obra se debió por encima de todo a la tremenda similitud entre el personaje y el propio autor, cosa que él nunca negó. De hecho recordaba a menudo que la idea de la novela surgió cuando estaba charlando con unos jóvenes en el Santuario de Queralt, que fue su parroquia durante 35 años.  Oyéndole relatar sus aventuras y desventuras de cura rural, siempre sazonadas con enormes conocimientos y reflexiones de un humanismo radical, uno de aquellos jóvenes le propuso que quizás debería escribir una novela donde cupiera todo aquello. Y así nació uno de los mayores éxitos editoriales en catalán, con más de 1000.000 ejemplares vendidos hasta la fecha.
Tras estudiar el bachillerato en los escolapios, Ballarín hizo la guerra en la Quinta del Biberón. Detenido y llevado a un campo de concentración donde enfermó de tisis, curó tras seis años de reposo en Matadepera (Vallès Occidental). En todo ese tiempo leyó y decidió hacerse sacerdote. En 1946 ingresó en el Oratori de Sant Felip Neri, de Gràcia. Estudió teología en el seminario de Solsona, ejerció de profesor y fue prefecto allí hasta que el cardenal Tarancón le mandó a Santa Maria de Queralt (Berguedà) en 1958. Un incómodo menos, por qué Ballarin siempre actuó en el seno de la iglesia con absoluta libertad, sin importarle la incomodidad de sus crítica o reflexiones. En 1988 fue nombrado vicario de Gósol. En este municipio al pie del Pedraforca será enterrado el sábado, tal y como era su deseo.
Los 35 años en el santuario de Queralt los dedicó a escribir y a pensar. Más de cuarenta libros y un número ingente de artículos en el Avui, Serra d'Or, Qüestions de vida cristiana y un largo etcétera, además de colaboraciones en Catalunya Radio y TV 3. Tras una segunda parte de las andanzas de su Mossèn, en Tronxo m'hi torno (1994), con Santa Maria, pa cada dia, ganó el premio Ramon Llull de las letras catalanas en 1996. Pluja neta, bassals bruts, (2013) fue su último título publicado.
Sin ningún tipo de duda Josep Mª Ballarín era el cura más popular de Catalunya, y no necesariamente por salir en la tele, sino por la franqueza, claridad y libertad con que siempre se expresaba. Así hizo creíble el mensaje del evangelio justo cuando más desprestigiada estaba la iglesia por su connivencia con el poder político y financiero. Ballarín criticaba aquello; era, ante todo, un ser humano, y como tal pensaba y se expresaba. La gente lo veía uno de los suyos, débil  e indefenso como ellos. Esa fue su grandeza: ser un auténtico Mossèn Tronxo de los que no hacen callar a chicos ni mayores.
En 1995 recibió la Creu de Sant Jordi, y también estaba en posesión de la medalla de oro de la ciudad de Berga.