28/5/09

ALFONS MILÀ, ARQUITECTO DE LA 'GAUCHE DIVINE'


El arquitecto Alfonso Milà, uno de los autores del Anilló Olímpico de los JJ.OO. de 1992, falleció el martes en la clínica Dexeus de Barcelona de un derrame cerebral a la edad de 85 años. Su cuerpo recibió sepultura ayer a mediodía en el cementerio de Esplugues de Llobregat, donde tenía la casa familiar.
Hay arquitectos capaces de crear espacios con nuevos criterios y funciones que terminan por ser portavoces estéticos de toda una generación. Sus edificios definen social e incluso políticamente a quién los habita y estos, a su vez, acaban modelando nuevos usos y costumbres promovidos de antemano por el arquitecto. Francesc Mitjans, autor del Nou Camp, sacó a la burguesía barcelonesa del Eixample i la llevó a les Corts o Pedralbes, y Alfonso Milà, modernizó a los hijos de aquellos (tortilleria Flash Flash, tiendas Furest,), les dio un toque cosmopolita (chalets en Cadaqués, golf de el Prat) y, cuando llegaron al poder, contribuyó a definir la ciudad que estos habían soñado en sus anhelos juveniles, progresistas e incluso de una cierta impostura revolucionaria (anillo olímpico, Museo episcopal de Vic, Diputació de Barcelona). Alguien como Milà, capaz de trascender a un oficio técnico para convertirlo en modo de vida y arte, ha de ser considerado un auténtico hombre del Renacimiento, un Brunelleschi para unos Medici menos poderosos, pero tan voraces como los florentinos.
Alfons Milà fue el arquitecto de la ‘gauche divine’ de los sesenta y setenta. Curiosamente, la sede del Departament de Medi Ambient de la Generalitat, en manos de Iniciativa per Catalunya, formación heredera en parte del legado progre de aquellos años, se encuentra ubicada en el edificio La Talaia de la diagonal de Barcelona, proyectado por Milà y José Luís Sanz en 1966.
Alfonso Milà conocía perfectamente la generación para la que proyectaba. Doctorado en arquitectura por la Universidad de Barcelona, en la cual ejerció de profesor muchos años, muy pronto se unió a su compañero de estudios Frederic Correa para crear el estudio Correa-Milà (1953) con el objetivo ideológico de reflejar la herencia de los grandes maestros de la arquitectura civil catalana como Josep Maria Pujol o su profesor José Antonio Coderch. Según su amigo y socio, el carácter sumamente activo de Milá (práctico durante muchos años el motociclismo deportivo) le llevaron asumir la parte más conceptual de los encargos, las grandes líneas que fijan los criterios, la ingeniería, mientras que él se encargó siempre de proyectar los edificios. Pero Alfons Milà también trabajó como interiorista (restaurante Reno, tienda Olivetti, oficinas Uniland, Medir i Ferrer y fábrica Oasis, tiendas Furest, restaurantes Flash-Flash, Set Portes y Il Giardineto), trabajos por los cuales recibió el premio FAD en reconocimiento a su trayectoria profesional, y en 1995 la Medalla de Oro al Mérito Artístico de Barcelona.
A pesar de que su obra más popular es. Sin duda, el anillo olímpico de Montjuic y la remodelación del estadio (junto a otros arquitectos) la polémica aguja de comunicaciones de Santiago Calatrava jamás gustó a Milà, para quién el proyecto del ingeniero valenciano desbarata el espacio. La obra más querida por el arquitecto és el Museo episcopal de Vic, un edificio ubicado en el centro histórico de la capital de Osona donde la vieja idea de exaltar lo nuevo y enamorarse de lo antiguo está magistralmente definido. Jujol y Coderch lo habrían firmado, sin duda.